Los catequistas son los apóstoles del siglo XXI: laicos y religiosos que anuncian el Evangelio en lugares donde el sacerdote sólo puede llegar una o dos veces al año. Con una Biblia desgastada y una fe inquebrantable, acompañan a comunidades en guerra, sostienen a los desplazados y enseñan a los niños a rezar en su propia lengua.
Desde España, tú puedes ser apóstol ayudándoles para que continúen su misión. Juntos llevaréis la luz de Cristo a quienes más lo necesitan.
Esta Navidad, tú eres imprescindible para que los catequistas sigan anunciando el Evangelio a los más necesitados
Los catequistas son los apóstoles del siglo XXI: llevan el Evangelio allí donde el sacerdote solo puede llegar una o dos veces al año. Con una fe fuerte, acompañan a comunidades en guerra, sostienen a los desplazados y enseñan a los niños a rezar.
Desde España, tú puedes ayudarles a seguir su misión. Juntos lleváis la luz de Cristo a quienes más lo necesitan.
Esta Navidad, tu apoyo es imprescindible para que los catequistas sigan anunciando el Evangelio.
En muchos rincones del mundo, las palabras de Jesús —“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”— siguen resonando gracias a los catequistas. Ellos sostienen la vida de la Iglesia en aldeas aisladas, zonas de violencia, territorios sin sacerdotes y comunidades marcadas por la pobreza extrema. Son los primeros en llegar y, muchas veces, los últimos en marcharse: reúnen a los fieles, celebran la Palabra, acompañan a quienes sufren y preparan a los niños para los sacramentos. Su misión es heroica y silenciosa, pero absolutamente esencial.
Cuando tú apoyas a estos hombres y mujeres de fe, tu ayuda llega allí donde tus pies no pueden ir. Con tu generosidad, haces posible que reciban formación, medios de transporte para evangelizar y materiales como Biblias y catecismos. Tu apoyo fortalece comunidades enteras, consuela a los que han perdido todo y permite que el Evangelio transforme vidas en los lugares donde parece imposible mantener la esperanza. Tú también eres apóstol allí.
Los catequistas son los verdaderos apóstoles del siglo XXI: personas que, con una Biblia desgastada, un rosario en la mano y un corazón encendido por Dios, mantienen viva la fe allí donde el sacerdote sólo puede llegar una o dos veces al año. En zonas marcadas por la persecución, la brujería, el hambre o el abandono, ellos anuncian la Buena Nueva, consuelan a los desplazados, visitan a los enfermos y sostienen a las familias en medio del dolor. Muchos caminan kilómetros, cruzan ríos en pequeñas canoas o trabajan en el campo para alimentar a sus hijos, pero nunca abandonan su misión.
Gracias a tu ayuda, su entrega da fruto. Tu apoyo permite que estos misioneros puedan formarse mejor, tener un sustento digno y acceder a los recursos pastorales indispensables para evangelizar. Cada donativo se convierte en luz para comunidades enteras, en consuelo para los que sufren y en esperanza para quienes aún no conocen a Cristo. Cuando sostienes a un catequista, sostienes a toda una Iglesia que resiste.
En regiones donde la pobreza, la violencia o la falta de caminos impiden la presencia regular de sacerdotes, la fe se mantiene gracias a los catequistas. Ellos celebran la Palabra, preparan a los niños para recibir los sacramentos, visitan a los enfermos y acompañan a las familias en sus momentos más difíciles. Son el rostro de la Iglesia en las comunidades más remotas, donde la fe avanza a base de sacrificio, valentía y un amor inmenso por Cristo.
Tu apoyo es esencial para que estos apóstoles puedan continuar su misión. Con tu ayuda pueden recibir formación, contar con transporte para llegar a aldeas apartadas y disponer de materiales básicos como Biblias y catecismos. Así, cada gesto de generosidad se multiplica: un niño aprende a rezar, una familia recibe consuelo y una comunidad entera descubre el amor de Dios.
Este es el caso del apostolado en Sudán del Sur, uno de los países más pobres del mundo. Tras años de guerra civil, violencia intercomunitaria y desplazamientos masivos, la pobreza extrema y el hambre siguen marcando la vida diaria de millones de personas. En medio de esta realidad desgarradora, la Iglesia acompaña a comunidades que sobreviven como pueden: caminos intransitables, aldeas aisladas y capillas a las que los sacerdotes apenas pueden llegar. Allí donde casi no hay nada, la fe sigue viva gracias a los catequistas, auténticos apóstoles que sostienen espiritualmente a un pueblo herido.
Me llamo Peter Jurwel, soy catequista y pertenezco a la tribu Dinka. En mi país, los sacerdotes apenas pueden visitar nuestras capillas porque los caminos son peligrosos o están destrozados. Por eso confían en nosotros, los catequistas, para acompañar a las comunidades. Yo me hice catequista porque quería que mi gente conociera la Palabra de Dios, que dejara atrás el miedo, las supersticiones y la brujería que tanto daño nos hacen. Mi misión nace del profundo deseo de que Cristo sea la luz que sostenga a mi pueblo, incluso en medio de la oscuridad de la violencia y del hambre.
“Me hice catequista para que nuestro pueblo conociera la Palabra de Dios y abandonara las supersticiones como la brujería”
En los campamentos de ganado donde muchas familias viven, la vida es muy dura: dormimos al aire libre, la lluvia cae sin que tengamos refugio y los jóvenes velan de noche para evitar robos. En la estación seca, cuando la comida escasea, todo se vuelve aún más difícil. Si no cultivo la tierra y solo enseño catequesis, mi familia no podría sobrevivir. Aun así, sigo entregando todo lo que tengo al servicio de la Iglesia. Hay días en los que me cuesta continuar… pero confío en Dios y en la ayuda de personas como tú.
Necesitamos tu apoyo, especialmente cuando la comida falta y no sabemos cómo alimentar a nuestros hijos. Nosotros sostenemos la fe de nuestro pueblo, pero también necesitamos que alguien nos sostenga a nosotros.
Tú puedes ser apóstol entre los más pobres.
Sostén hoy a los catequistas en lugares de pobreza extrema y ayuda a que la fe siga viva donde más se necesita.
En Pakistán, ser cristiano es un acto de valentía. Apenas el 1,5 % de la población profesa esta fe, y muchos viven entre la pobreza extrema, la discriminación y la violencia. En medio de esta realidad, los catequistas son un faro de esperanza: acompañan a las familias, sostienen la fe de las comunidades y llevan el Evangelio allí donde los sacerdotes no pueden llegar. Entre ellos está Babu Imran Patras, apóstol incansable entre los marginados.
“Estoy orgulloso de ser catequista. Mi bisabuelo fue catequista, y también lo fueron mis padres. Iba a Misa con mi padre y preparaba el material para la liturgia con mis propias manos. Entonces decidí dedicar mi vida al pueblo de Dios”, expresa Babu.
“Nuestra misión es compartir las alegrías y los sufrimientos de las familias”
En este país, ser cristiano no es fácil. Los catequistas viven y trabajan entre los más pobres: albañiles, analfabetos, marginados, personas endeudadas que, aun así, mantienen viva la esperanza.
Gracias a personas comprometidas como tú, Babu pudo formarse en el Centro de Catequistas. Ahora sueña con que muchos otros puedan continuar esta misión:
Esta Navidad tú puedes ayudar a que una nueva generación de catequistas siga anunciando la Palabra de Dios entre los más marginados.
En el corazón de la Amazonía brasileña, donde no existen carreteras y solo los ríos conectan a las comunidades aisladas, los catequistas son la presencia constante de la Iglesia. En estas zonas, marcadas por la pobreza, el abandono y el avance de la violencia —especialmente entre los jóvenes—, muchos viven sin acceso a la formación cristiana ni acompañamiento espiritual. Allí donde los sacerdotes apenas pueden llegar, los catequistas sostienen la fe, consuelan a las familias y mantienen encendida la luz del Evangelio. Gracias a personas comprometidas como tú, pueden seguir anunciando esperanza en una región que lucha cada día contra la oscuridad.
Dirce y Leni: Una historia de transformación y fe
“Dios vio que veníamos de una vida equivocada, una vida fea… pero aún así nos llamó”. Así vivimos nuestra historia. En nuestra comunidad, el consumo de drogas y alcohol destruye familias, provoca peleas y deja a los niños solos durante la noche. Las personas han perdido el rumbo y ya no saben dónde está Dios. Nosotros también pasamos por ese dolor. “Antes no conocía a Dios —dice Leni—. Bebía, vendía alcohol y dejaba solos a mis hijos. Uno de ellos se quitó la vida… y fue una tristeza profunda”. En medio de esa oscuridad, el amor de Dios nos encontró. Comencé a ir a la Iglesia, hice la primera comunión, la confirmación y luego nuestro matrimonio. Allí entendí que el Señor quería transformar nuestra vida.
“Antes no conocía a Dios. Bebía, vendía alcohol y dejaba solos a mis hijos”
Hoy servimos como catequistas, mi esposo y yo, llevando la Palabra de Dios a quienes se sienten abandonados. Caminamos, navegamos y visitamos casas para acompañar a las familias rotas por las adicciones y la violencia. “Queremos que las personas vuelvan a seguir el camino de Dios, que sepan que Él no las dejó”. Pero nuestra misión tiene desafíos. “Nos falta una canoa con motor y gasolina para llegar a las comunidades. Y soñamos con tener un pequeño centro para enseñar a los niños, porque ahora damos catequesis en nuestra casa”. A pesar de todo, no perdemos la esperanza: “Sabemos que Dios no nos abandona. Nos dio una nueva vida y queremos que otros la encuentren también”.
Tú puedes ser esta navidad el apoyo que estos catequistas necesitan para seguir llevando la fe, la educación y la esperanza a las comunidades más olvidadas.
Conviértete en apóstol de quienes viven entre la violencia y el abandono.
Asegurar la formación adecuada a través de la Iglesia católica, para que, con tu ayuda, los catequistas de los países más necesitados puedan llevar la Buena Nueva a todos los rincones del mundo.
Contigo, podremos apoyar proyectos como estos:
Tú puedes ser apóstol para quienes sostienen la fe en los lugares más necesitados.
Para ayudarles en su misión, la Iglesia nos pide ayuda para la compra de diferentes vehículos con los que poder acceder a los rincones más apartados del país. Así la Palabra de consuelo del Señor podrá seguir llegando a quienes más lo necesitan.
Contigo podremos apoyar proyectos como estos:
Tú puedes ser apóstol haciendo posible que el Evangelio llegue donde nadie más llega.
Miles de catequistas necesitan llevar la palabra de Dios escrita en la propia lengua de los pueblos donde van a catequizar. Por eso estos proyectos son fundamentales para su misión.
Tú puedes colaborar con proyectos como estos:
Tú puedes ser apóstol acercando la Palabra de Dios a quienes más la necesitan.
En España podemos vivir y expresar nuestra fe con normalidad. Pero en muchos lugares del mundo no es así. Para anunciar la Buena Nueva, nuestros hermanos cruzan selvas y ríos, caminan kilómetros bajo el sol e incluso se exponen a ser perseguidos poniendo en riesgo sus vidas.
Esta Navidad, puedes ser apóstol de la Iglesia que más sufre. Allí donde llegue tu ayuda, llegará también el Evangelio, la esperanza y el consuelo de Dios.
Rescatada de la muerte y la desesperación
Janada Marcus
«Ayudar a los catequistas es mi forma de ser apóstol de Cristo, cómo nos llama el Evangelio»
Yo soy apóstol en Tanzania desde Madrid ayudando a los catequistas
Los catequistas son los únicos responsables de la atención pastoral y de la animación de algunas comunidades cristianas, donde los sacerdotes u obispos sólo las pueden visitar de vez en cuando para celebrar la Misa.
Yo soy apóstol desde Cádiz ayudando a catequistas en Pakistán
Ayudar a estos cristianos es una llamada que Dios me hace, a través de mi generosidad.
«Ser apóstol hoy es compartir lo que soy con quienes lo dan todo por anunciar la Buena Nueva»
Tu ayuda es fundamental para seguir ayudando a la evangelización en todo el mundo.
* Estos son algunos de los proyectos de ayuda. En caso de que se supere el objetivo de recaudación para cada uno de ellos, tu generosa aportación se destinaría a proyectos pastorales similares.
¡Cuentan contigo!